
No sé si existan animales,
más que el humano
que busque sin saber qué
con ansias,
como quien espera por la madrugada
el llamado
de un amor lejano.
En el camino que proyecta la luna
avanzan mis pasos
anhelando lo desconocido
como néctar de la vida,
para no perderme
de mi.
Mientras tanto
que siga golpeando
el viento en mi cara
el mismo que hace bailas mis rulos
cuando parece que no baila nada.