Le espero
con todo lo lindo que tengo dentro,
entre palabras sabrosas y risueñas
que buscan arrimarse serenas en su pecho.
No le necesito,
sin embargo,
le quiero,
le quiero con cariño,
cerquita
le quiero revolcándose en mi luz
mientras acaricia mi sombra,
como quien ha logrado domar una bestia.
Y le confieso
que aún conservo ese amo del que le hablaba,
y se me ha vuelto exquisitamente espeso,
suave,
con un sutil aroma a durazno
y a leña puesta al fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario