lunes, 25 de junio de 2012

¡Qué le corten la cabeza!



A veces creo que viven en mí
pequeños monstruos
capaces de arrebatarme la energía,
la poca cordura que ya tenia.
Es como si me estuvieran comiendo por dentro,
como quién hace de mi cuerpo un campo minado
lleno de bombas enfermas
capaces de activar con melancolía.
He buscado tantas maneras para serenarlos,
pero los muy malditos no se conforman con nada
sólo parecen descansar cuando me sedo
quizás porque les parezco muerta,
o viva,
o porque simplemente no estoy,
no existo,
pero existiendo,
allá
y aquí
a la vez.

Deseo estar bien,
que la palabra emitida no se desvalorice,
que la televisión deje de llenarnos de porquerías,
escuchar más pajaritos al andar,
no perder la voluntad,
que aparezca una buena compañía,
capaz de entender que mis cuestionamientos
son sólo un poco más cobardes a los de los demás,
pero que mis actos están llenos de amor
aunque mi boca nunca se refiera a eso.

No confió en el sol de invierno,
como tampoco en las tardes de domingo.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

esos monstruos no viven en nosotros
somos nosotros

cada vez que cerramos los ojos para no dejar caer las lágrimas
las lágrimas no desaparecen
y caen hacia adentro

y por cada lagrima olvidada a la fuerza
crece bastarda una bestia de miedo

alimentados lentamente
por las palabras silenciadas
por miedo u orgullo

las lágrimas se hechan pa' fuera
no pa' dentro

y cuando mas ganas de cerrar los ojos dan
lo más importante es dejarlos abiertos

callar no es de sabios
pero es de sabios
oportunamente hacerlo

desear el bien es de sabios
pero aún mas sabio es
comprender el bien que puede ser hecho

Anónimo dijo...

y hacerlo.-

Luz dijo...

Me enseñaron una vez a llorar pa fuera y salí corriendo cuando lo logre como si huyera de alguien y, claro, yo huía, huía de mi, pero es imposible huir de nosotros mismos.

Ha pasado el tiempo y he olvidado de eso llorar pa fuera...

Anónimo dijo...

cuando la poesia intenta salvar a alguien hay que cortarle la cabeza